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Isquiotibiales acortados y dolor lumbar

Aproximadamente el 90% de los adultos sufrirá de un episodio de dolor lumbar en algún momento de sus vidas, el 50% tendrá un episodio recurrente y el 5-10% desarrollará un dolor lumbar crónico y potencialmente incapacitante.

Generalmente, la fuente del dolor lumbar no es detectada, y se diagnostica como dolor lumbar inespecífico que, a su vez, se clasifica en subagudo cuando sobrepasa las 7 semanas, y crónico cuando supera las 12 semanas, lo que sucede en el 23% de los casos.

El dolor lumbar inespecífico es aquel cuyo origen del dolor es desconocido. Existen unos factores de riesgo que influyen o pueden terminar ocasionando dolor lumbar y son los cambios en la postura corporal estática y dinámica.

Se ha demostrado que la elongación de la musculatura de los isquiotibiales podría permitir un mayor rango de movimiento de la articulación de la cadera, disminuyendo el estrés y el dolor lumbar.

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El dolor lumbar mecánico (el que ocurre con el movimiento), es una de las causas más comunes de dolor lumbar, sin embargo, no existe un consenso sobre cuál es el mejor tratamiento para esta patología. En este sentido, la fisioterapia mediante diferentes tipos de tratamiento cómo: la manipulación, la liberación miofascial, el ejercicio, el masaje, las corrientes, la diatermia y otras opciones de tratamiento son una buena manera de tratar el dolor lumbar.

Muchos clínicos apoyan la inclusión en el tratamiento de la flexibilidad, sobre todo de los isquiotibiales, ya que, defienden la teoría de que estos músculos con una extensibilidad normal evitaran la excesiva flexión lumbar durante posturas en las que deben de alargarse como la inclinación hacia delante del tronco.

El acortamiento de la musculatura isquiotibial es un factor que puede alterar de una manera negativa la columna vertebral. Esta musculatura, puede provocar una retroversión de la pelvis (modificar la postura de la pelvis generando cambios a nivel de la columna lumbar) por su inserción muscular en la misma. Este hecho provoca la horizontalización del sacro, y hace que la carilla articular sacra de la articulación sacro-ilíaca quede muy alargada verticalmente, y muy poco apoyada sobre sí misma. Por otra parte, su superficie es casi plana. Esta morfología de la carilla articular corresponde a una articulación de poca movilidad.

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La falta de flexibilidad en los isquiotibiales es un factor predisponente para; las lesiones de dolor inespecífico lumbar, y cambios en el ritmo lumbo-pélvico. La pelvis se considera que es la base para la columna vertebral y su orientación antero-posterior afecta a la columna vertebral. Por esta razón, un cambio en la extensibilidad de los isquiotibiales debe tener influencia en la pelvis y posturas espinales. Además, se ha relacionado el dolor lumbo-pélvico con la disminución de la amplitud pasiva de movimiento de la articulación de la cadera y el aumento de la lordosis lumbar. Varios autores han reconocido una correlación entre la movilidad de la cadera y el dolor lumbo-pélvico.

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La flexibilidad es una combinación de rango de movimiento articular y la flexibilidad muscular, y se puede medir con el rango de movimiento. Una mejora en la flexibilidad conlleva una mejora en el rango articular y una mejora en el rango articular puede generar una mejora en el dolor.

En conclusión, nos podemos ver beneficiados al mejorar la flexibilidad de la musculatura isquiotibial de varias formas:

  1. Incidir sobre la mejora de la movilidad articular de la cadera
  2. Evitar la excesiva retroversión pélvica
  3. Evitar la limitación en la flexión hacia delante del tronco
  4. Evitar cambios en el ritmo lumbo-pélvico con el objetivo de mejorar el dolor lumbar inespecífico.

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